Desde las dos orillas
- María Requena
- 29 mar 2020
- 2 Min. de lectura

Os cuento un poquito mi historia como paciente. Esta foto fue hecha diez minutos antes de hacerme la segunda mastectomía radical más linfedectomía.
En marzo del 2018 me detectaron un cáncer de mama avanzado, muy agresivo. Empecé con quimioterapia, un tratamiento que me dejaba bastante agotada y que duró 6 meses. Después de un mes de descanso, me hicieron una tumorectomía y linfedectomía. La operación fue genial y, al mes siguiente, recibí radioterapia. La primera revisión fue muy bien y pero, en la segunda, mi oncólogo no se quedó tranquilo porque la quimio inicial no hizo casi efecto, así que me pidió un PET-TAC. Lamentablemente, me dijeron que había recaído.
Me operaron por segunda vez, mastectomía radical y una nueva linfedectomía. Al mes, me
hicieron otro PET para comprobar que no hubiera nada y empezar otro ciclo de quimio. Sin embargo, pasó lo que nadie esperaba en tan solo un mes: metástasis en hígado, pulmón y axila. Pasé a ser una enferma de cáncer de mama metastásico en estadio IV a ser una enferma con tratamiento paliativo y crónico, siempre con nuevas quimios.
Al haber sido la segunda operación tan cerca de la radiación, a finales de junio se empezó abrir la herida de la mastectomía. Llevo seis meses yendo dos días a la semana a curarme. Mientras estuve otros seis meses con otra quimio intravenosa, llamada Taxol, la cicatrización era imposible y había que procurar que la herida no se infectara. Cuando terminé el Taxol, empecé a tomar una quimio oral llamada Xeloda. Los meses que estuve con esas pastillas la herida empezó a cicatrizar y, afortunadamente, está muchísimo mejor. Me han vuelto a cambiar a quimio intravenosa, Gencitabina y carboplatino, y hace poco me pusieron el reservorio para evitar los pinchazos. Entre otras cosas, tengo un dolor continuo en el omoplato derecho, debido a que una de las metástasis presiona un nervio. No cuento todo esto para hacerme la víctima, sino para mostrar que entre todos podemos ayudarnos y que hay muchas herramientas para conseguirlo. El ser humano tiene muchísimas capacidades, no solo para no elegir la muerte en el momento del dolor, sino para que podamos ser felices incluso con una enfermedad dura.
¿Me ayudáis a que este sueño sea una realidad? Una persona sola no puede, pero entre todos, sí que es posible sacar a relucir la grandeza que el ser humano tiene escondida, aunque a veces no se de cuenta. Como decía el principito “Lo esencial es invisible a los ojos”.
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